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martes, 1 de mayo de 2012

LO MAS REPRESENTATIVO DE LA UNIVERSIDAD (UNAM)

Himno universitario

Universidad universidad
por mi raza el espíritu hablará
por mi raza el espíritu hablará
(Maestros)

en el lema que adoptamos
para nuestro laborar
el afán así expresamos:
estudiar para enseñar

Somos los educadores
nos anima el ideal
de encender los resplandores
del camino sin fanal

Ser para los demás
lo suyo a todos dar
sabiendo para prever
previniendo para obrar
(Alumnos)

en nosotros reside el anhelo
de alcanzar la verdad y el saber
nuestras alas presienten el vuelo
de la ciencia, el amor y el deber

Que nos guíe la voz del maestro
a alcanzar el sublime ideal
y un mañana de luz será nuestro
de la patria diadema triunfal

Universidad universidad
por mi raza el espíritu hablará
por mi raza el espíritu hablará



 Himno deportivo UNAM

¡Oh universidad! escucha con que ardor,
Entonan hoy tus hijos, este himno en tu honor.
Al darte la victoria, honramos tus laureles,
Conservando tú historia, que es toda tradición.
Unidos venceremos y el triunfo alcanzaremos,

Luchando con tesón, por ti universidad.
Universitarios, icemos siempre airosos,
El pendón victorioso, de la universidad.
Por su azul y oro lucharemos sin cesar,
Cubriendo así de gloria, tu nombre inmortal

¡¡México, pumas, universidad!!



UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO COMO PATRIONIO CULTURAL



MURALES DE LA UNIVERSIDAD
Biblioteca Central
Muro Norte: El pasado prehispánico


El lado norte contiene la mayor cantidad de motivos ornamentales: próxima a la entrada de usuarios, está una monumental fuente de piedra volcánica, con la representación de Tláloc, el dios del agua de la cultura prehispánica. En el cuerpo del edificio, en los niveles correspondientes a las áreas administrativas y de servicios, se observan tres franjas de murales que alternan con vidrieras. La primera de ellas contiene, figuras de caracoles marinos y círculos, que en la iconografía prehispánica se denominan “chalchihuites” o piedras preciosas; la segunda franja tiene como motivos ornamentales peces y signos calendáricos; la tercera, presenta dos enormes serpientes a los lados de un signo calendárico de fuego y agua. A partir del siguiente nivel se despliega el gran cubo, que es la parte correspondiente al acervo, y donde se concentraron los esfuerzos artísticos de Juan O ‘Gorman.

Este mural está dividido por un eje vertical al centro y dos ejes transversales, marcados por corrientes acuáticas de color azul, en las que aparecen canoas, peces, caracoles y culebras, que hacen referencia al carácter lacustre de la antigua capital mexica, área que corresponde al actual Centro Histórico de la Ciudad de México. En las partes terminales de estas corrientes están los jeroglíficos de las principales ciudades que bordeaban el lago de México: Coyoacán, Churubusco, Iztapalapa, Xochimilco, Azcapotzalco y Tacuba


La escena que aparece en la parte central de la composición recrea la fundación de Tenochtitlán, que tuvo lugar en el islote donde, de acuerdo a una leyenda, la tribu nómada de los mexicas descubrió un águila posada sobre un nopal, que les hace entrega de la tierra, simbolizada por una serpiente. Como testigos dos señores presiden la escena, origen y esencia de la gran ciudad capital de los mexicas. Este momento es además presenciado por los tlatoanis (reyes) de México-Tenochtitlán, que aparecen distribuidos simétricamente a los lados, acompañados de sus respectivos jeroglíficos. Un detalle significativo de la escena se refiere al nopal en un cerro que lleva en su parte anterior el escudo de la guerra, y se asienta sobre las fauces estilizadas del Cipactli, el monstruo de la tierra.

Los espacios delimitados por unos ejes están llenos de figuras inspiradas en los códices nahuas, ordenadas según un orden simbólico en dos campos, uno a la izquierda y otro a la derecha del eje central. El del lado izquierdo está dominado por el sol, Tonatiuh, naturalmente aparecen deidades y escenas que en la mitología prehispánica tenían relación, con los aspectos más luminosos y positivos de la vida; el del lado derecho pertenece a la luna, las deidades y escenas que lo decoran representan al ámbito de lo negativo y tenebroso, la oscuridad y la muerte.

En la parte más alta de la mitad izquierda, junto al sol, aparece el dios benéfico Quetzalcóatl, la serpiente emplumada, que lleva en su cuerpo ondulante las mazorcas de maíz y las vírgulas enlazadas que simbolizan el fuego, factores fundamentales en las culturas de Mesoamérica. Por debajo del cuerpo de la serpiente dos divinidades mesoamericanas: Tláloc, el dios de la lluvia, que hace acto de presencia entre una planta de maíz situada a sus espaldas y un manantial sobre la cabeza, para transformarse en Quetzalcóatl, en su forma humana. En la parte media de esta mitad del muro norte, entre las corrientes acuáticas superior e inferior, domina la escena Tlazoltéotl, la “diosa del parto”, también de la agricultura, quien es escoltada por el águila solar y el jaguar de la noche, acompañados de sus respectivos símbolos. A su derecha Ehécatl, dios del viento, sentado en el interior de un templo. La franja inferior del mural está ocupada por músicos y danzantes que acompañan a un sacerdote principal en una ceremonia propiciatoria.

En el lado derecho, la representación de Quetzalcóatl en forma de serpiente, equilibra la composición al enfrentarse con la del lado opuesto, el dios lleva en su cuerpo discos de chalchihuites, -símbolo del jade o piedra preciosa- y secciones de caracol, además se observa una calavera que acompaña al dios Tezcatlipoca, el dios cojo, sembrador de discordias, el invisible y omnipresente dios del mal.

Atrás de él y un poco más abajo, se observa a Chalchiutlicue, diosa del agua, hermana de los dioses de la lluvia. En la parte central del mural, entre las dos corrientes acuáticas se ve la figura de Tlahuizoalpantecuhtli, el lucero de la mañana, Venus, una de las muchas advocaciones de Quetzalcóatl, y que muestra su dual presencia –la vida y la muerte- por el lado de su faceta vital levanta un bastón con la figura de un mono (ozomatli, signo calendárico). A su espalda, el jeroglífico de un cerro, rodeado de serpientes y fragmentos de cuerpos humanos, alude a diversos rituales mágicos, importantes en la cultura mesoamericana.

La decoración en la parte inferior muestra un conjunto de guerreros cubiertos de pieles de animales y armados de macanas y “chimalis” (escudos). El eje central está constituido, de arriba hacia abajo, por el sol, entre cuyos rayos inferiores unos discos sugieren un rostro de Tláloc; es decir, el calor y la lluvia. El sol toca con uno de sus rayos un enorme cuchillo de sacrificio en el cual aparecen los dieciocho signos de los meses del calendario náhuatl. De los extremos del pedernal emergen dos manos: la de la izquierda lleva en la palma una simiente, una mazorca de maíz; la de la derecha, el chorro de sangre del autosacrificio.

En este lado norte del gran mural aparece, en el extremo inferior derecho, la firma del artista y la fecha de terminación de los trabajos: Juan O'Gorman 1952.

Muro Sur: El pasado colonial

Esta pared está marcada formalmente por la distribución de figuras a partir de una faja o columna de motivos centrales, y de dos grandes discos a los lados; propone una visión del mundo europeo en conjunción con el indígena, y desarrolla el esquema del mundo colonial novohispano.

Presenta los fundamentos del pensamiento español en ese tiempo, marcados por la contradicción entre Dios y Demonio, entre la religiosidad y la mundanidad, como bases de la cultura.

Preside el conjunto un enorme escudo de la casa de Habsburgo, que gobernaba España en la época del descubrimiento y conquista de América, rodeado de figuras entre las que destacan las fechas de inicio y terminación del virreinato en México (1521-1820); del escudo emergen un brazo con una espada y otro con la cruz. Le sucede hacia abajo en la serie vertical de motivos, el par de Columnas de Hércules, parte del lema de la misma casa reinante (Non plus ultra); a los lados un templo griego, y más abajo un templo cristiano colonial, del que parecen salir las manos de Cristo redentor asociadas a una fortaleza y a un templo. Estos símbolos señalan la disposición de motivos en el mural: del lado derecho las armas y frutos de la guerra; del opuesto, los frutos de la cultura más o menos constructora.

En los vértices derecho e izquierdo se repiten los motivos de la luna y el sol, próximos a series de formas que recuerdan imágenes de los mundos prehispánico y colonial.


Las dos grandes circunferencias que resaltan en los dos campos laterales, hacen alusión a la concepción heliocéntrica de Copérnico y geocéntrica de Ptolomeo, presentando en sus centros las figuras de la tierra y el sol según dichas teorías, y rodeadas respectivamente por los signos del Zodíaco y los de las constelaciones. Debajo de estos discos se ven, en el mismo orden, el plano de la antigua Tenochtitlán, en la versión del mapa de Nuremberg de 1525, y la imagen del águila que cae, recuerdo de Cuahtémoc, el último gobernante mexica. En un lado de la porción izquierda se observa un escudo de León y Castilla, las dos casas reinantes de la España medieval, que se unen precisamente en los años del descubrimiento del Nuevo Mundo.

Hacia los lados y debajo de éstas hay muchas figuras que subrayan los dos aspectos de la conquista española, el civil y el religioso, destacando de uno y otro lado las figuras del conquistador Hernán Cortés y del primer arzobispo de México, Fray Juan de Zumárraga. Del lado izquierdo aparece también la escena de la quema de códices mayas, realizada por órdenes del obispo de Yucatán, Fray Diego de Landa. En la parte baja del lado derecho se representa al soberano español otorgando a los indígenas las Leyes de Indias, teniendo como testigo un estandarte en el que aparece la imagen de la Virgen de Guadalupe.

Entre la multitud de formas, encarnaciones de ángeles y alguna del diablo, iglesitas, fortalezas, escudos, cañones, con las que O'Gorman hace alusión a la pintura popular, que le era tan querida.

Muro Oriente: El mundo contemporáneo

El átomo en el centro de la nueva cosmovisión, aparece como el principio generador de la energía vital de los vegetales, las aves, los peces, los reptiles y el hombre, y de la energía potencial de los minerales.

En la parte superior del mural aparece nuevamente la dualidad, el sol y la luna, aquí correspondiendo a la vida y la muerte.

En la parte superior dos símbolos referidos a la realidad histórica del mundo contemporáneo: la estrella roja del socialismo y el libro abierto de la cultura. En el lado izquierdo al mundo obrero, industrial, transformador, y lo opone al mundo rural, tradicional, conservador. El lado izquierdo presenta la imagen de las fábricas, la producción industrial y en una banderola el lema “Viva la revolución”. En el lado derecho la imagen de la casa tradicional del campesino mexicano, los frutos de la tierra y una pareja de indígenas con su vestimenta típica, que sirve de marco a la presencia del caudillo Emiliano Zapata, quien avanza a caballo acompañado de un revolucionario que enarbola una bandera con el lema que identificaba la lucha agraria de ese caudillo, “Tierra y Libertad”.

En el centro, en una alegoría, reaparece el símbolo de Cuauhtémoc, unido a la figura de la paloma de la paz, integrado a la representación del átomo y del fuego, creador y destructor. En la parte baja otra figura hunde sus raíces en la tierra, uniendo estos dos conceptos de la historia de México.



Muro Poniente: La Universidad y el México actual

En la parte central, por encima del paisaje del Valle de México, domina la composición el escudo de la Universidad Nacional Autónoma de México, creado en 1921 durante el rectorado de José Vasconcelos. Arriba y a la izquierda, en las páginas de un libro abierto, aparecen las iniciales de la Biblioteca Nacional y en el lado derecho, a la misma altura, están en un pergamino las de la Hemeroteca Nacional.

Se definen dos ejes simétricos, que a partir del gran escudo de la Universidad hacen referencia a las actividades creativas y recreativas de esta casa de estudios. Una enorme fuente, de la sabiduría, es el referente inmediato de Tláloc, la divinidad prehispánica, omnipresente en este edificio. El lado izquierdo del mural nos remite, a uno de los aspectos más tradicionales del pueblo mexicano, la vestimenta, que es una alusión al origen popular y proletario de profesores, investigadores y estudiantes de la Universidad, así como a la permanencia y vitalidad de nuestra cultura. Se ve además una pequeña construcción piramidal, reminiscencia de los grandiosos templos prehispánicos.

La porción derecha se refiere a las diversas áreas en las que participa la Universidad: la ciencia, la técnica y el deporte; esta última actividad representada por los aros olímpicos y la leyenda de la ciudad de París, puesto que fue en ese lugar donde México, y los deportistas universitarios, participaron por primera vez. Este espacio tiene como objetivo reforzar la presencia de la Universidad en el México contemporáneo. Algunos símbolos hacen referencia al mundo contemporáneo y a la actividad cotidiana de los universitarios: sugieren dos actitudes, el estudio y la recreación; la creación del conocimiento y el entretenimiento también creativo y propositivo.

El remate del edificio, contiene la estructura que soporta el mecanismo de los elevadores destinados a los usuarios. Cada lado está ornamentado con algunos de los motivos del enorme cubo. En el lado norte aparece una representación del rostro de Tláloc, el dios de la lluvia, enmarcado por unas manos. El lado sur presenta una enorme mano que sostiene un libro abierto, flanqueado por las cabezas de un guerrero mexica. En cada uno de los lados, oriente y poniente, hay representaciones de cabezas de guerreros prehispánicos.



Investigación y Texto: Cecilia Haupt, Dirección General de Bibliotecas, UNAM
Colaboración en fotografías: Gonzalo Reséndiz

Facultad de Medicina

Representando la concepción cosmológica y teogónica humana de nuestros ancestros indígenas, simbolizada en la vida y la muerte, los cuatro elementos (agua, aire, fuego y tierra), así como el mestizaje, Francisco Eppens, realizó en cerámica vidriada el mural de la Facultad de Medicina. De una forma simbólica; sintética y decorativa muy amplia y visible a gran distancia.

Se observa en esta obra representada por una serpiente que se muerde la cola, el símbolo de la eternidad que encierra a toda la composición, junto a una calavera que devora a la mazorca de maíz de la cual se dice, se formó el primer ser humano.

El agua está representada en la parte inferior, por ondas armadas de discos de jade; el chalchihuitl que simboliza para los prehispánicos la idea de lo precioso. El rostro de Tláloc, dios del agua, mostrando sus ojos serpentinos y las fauces atigradas que lo caracterizan en medio de diversos seres acuáticos como el caracol, pez, pulga de agua y ajolote.

Del aire, ubicado en las franjas laterales en azul oscuro, pueden apreciarse mariposas, al águila y cozcacuahtli o "zopilote real", importantes figuras representativas de la mitología azteca, que por mucho tiempo fueron la fuente de inspiración de los códices indígenas.
La tierra, en el centro y parte superior, simbolizada por los senos flácidos, exhaustos de "amamantar vida a los dioses y a los hombres", de la Coatlicue; la madre tierra precolombiana, en cuyo seno se nutren los árboles y las plantas, que por su forma de presentarse en el mural, parecen inspirados en el códice de la Cruz Badiana. Por encima del rostro de Tláloc aparece de perfil la imagen de la muerte, de entre sus dientes emerge una espléndida mazorca de maíz, símbolo de vida.

Finalmente, el fuego expresado en la parte superior por las llamas de los soles mayas. El centro del mural lo ocupa una gran cabeza de apariencia escultórica constituida por la unión de tres rostros, el de la madre indígena a la izquierda, el del padre español a la derecha y en medio el rostro del hijo mestizo; es decir el México actual, idea muy parecida a la de Rivera en el estadio Olímpico.
El Mestizaje esta sintetizado en la cabeza donde aparecen dos manos extendidas que recuerdan el tremendo collar de Coatlicue. En la palma de la mano al lado correspondiente el rostro de la madre indígena esta una semilla en germinación y en la palma de la otra mano, representando el rostro del padre hispánico, se observa el polen fecundador.



Fuente: Gaceta UNAM 4 de noviembre de 1993
Simbolismos de la vida y la muerte en el mural de la Facultad de Medicina
Ana Lilia Torices

Torre de Rectoría de la UNAM

David Alfaro Siqueiros. Escultopintura de relieve en estructuras de hierro revestidas de cemento cubiertas con mosaicos de vidrio. Muro Sur. 1952 – 1956.

La composición representa un grupo de universitarios que se desplazan de oriente a poniente, el relieve se proyecta hacia la parte superior de las figuras, logrando un efecto de doble movimiento que va de derecha a izquierda y de arriba hacia abajo.




Los universitarios llevan en las manos elementos alusivos a su actividad: un compás, un lápiz, la maqueta de una estructura, un libro y avanzan dirigiéndose hacia el pueblo brindándole los conocimientos adquiridos. Se representa en el estudiante que con un brazo señala a la universidad y en el otro porta un lápiz cuya dirección establece una línea de fuga que parece salirse del muro (hacia la calle) aludiendo la interacción del pueblo y la universidad

En la parte superior del lado izquierdo, en segundo plano se ubica una manifestación estudiantil, las figuras portan banderas, simbolizan la inserción y la participación de los universitarios en la problemática social.

David Alfaro Siqueiros. Vinilito/concreto. Muro Norte. 1952 – 1956

El mural se compone de un brazo con dos manos entrelazadas , una tercera en relieve sobresale y un lápiz apunta hacia un libro abierto en cuyas páginas aparecen escritas algunas de las fechas más importantes de la historia mexicana: 1521, la conquista española; 1810, la independencia; 1857, la constitución liberal; 1910, la revolución y en la parte inferior agrega 19??, que simbolizan expectativas en el futuro.

El brazo con las manos entrelazadas representa el esfuerzo del pueblo a lo largo de la historia mexicana para alcanzar una cultura popular.



David Alfaro Siqueiros. Vinilito/concreto. Muro Norte. 1952 – 1956
Conocido como “Nuevo emblema universitario”. En el mural aparecen las figuras de un águila y un cóndor los cuales remiten al escudo de la universidad, estas aves simbolizan la unidad Latinoamericana. Dentro de la composición se aprecia un triángulo en el centro. La realización de éste mural es plana y no presenta ningún relieve a diferencia de los dos anteriores murales.

Siqueiros planeaba pintar un mural en la parte poniente del edificio de rectoría el cual de llamaría “Símbolo de la luz del conocimiento”, pero desafortunadamente no se realizó.


Fotografías y texto por: Iván TMy


VIDEOS MURALES



Referencias:

http://bc.unam.mx/murales07.html
http://www.facmed.unam.mx/fm/mural/cuerpomural.html
http://www.edemx.com/citymex/UNAM/TR.html

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